miércoles, 26 de agosto de 2009

DARYALHA; FUERZA PARA CONTINUAR.


NUEVO FICHAJE

Al atardecer veo a Daryalha subida a una duna buscando cobertura con su móvil. El cuadro es precioso, se ven las piedras tintadas de azul añil que dicen 9 de junio y una auténtica saharaui con su melfa al viento.

Mientras mis retinas retienen esa imagen como el diafragma de una cámara digital, para recordarlo una y otra vez a lo largo de mi vida, mi mente acierta con la definición del cuadro.

Es la auténtica representación del espíritu saharaui. Daryalha contiene todos los valores de una sociedad que lucha por sobrevivir en una tierra devastada, la hamada, donde nadie querría ir, pero que con sus ganas de vivir y sonreír, hace florecer la vida enrededor, hace que las cosas tengan sentido y mantiene la ilusión intacta.

Mientras haya gente como Daryalha, las piedras que con gran ilusión pusimos en la loma del 9 de junio, permanecerán pintadas de azul, al igual que nuestro espíritu se recubrirá de verde esperanza, como el verde de la bandera.

Después de este primer año medio experimental o experimental del todo, comenzamos ahora con el objetivo de, pasar de ser un proyecto español con colaboración saharaui a un proyecto saharaui con ayuda española. Ya contábamos con Memona para ello, ahora también con Daryalha para el trabajo en las escuelas. Daryala, residente en Smara, maestra y buena lectora (me consta), ¿quién da más? Ahí va otra buena piedra de base para cimentar este sueño.

Cristina Penichet Tomás.

martes, 18 de agosto de 2009

SOÑANDO UN DIA...


Soñando un día..., soñó ser pájaro. Retiró suavemente la tela que cubría la puerta e inició el vuelo. Sintió como su cuerpo se elevaba fácilmente, sin esfuerzo, el aire fresco sobre su rostro, cada vez más alto, para caer en picado, y de este modo sentir la velocidad, el vértigo, la sangre corriendo por las venas, su corazón acelerado palpitando. Planear durante horas y descansar un instante en las copas de los árboles, para reanudar de nuevo el viaje, viviendo eternamente entre el cielo y la tierra, en ninguna parte.


Bachir abre los ojos, y como en un sueño aparta la tela que cubre la puerta, se calza sus botas y una vez en el exterior respira profundamente el aire caliente.
Desde el interior de la tienda se escapa una voz femenina:
- Bachir, entra y come algo.
- No, no tengo hambre mamá.
El muchacho comienza a caminar mientras se despereza. El sol como arma amenazante va aumentando su presencia. Bachir camina rápido, va dejando a su paso el conjunto de jaimas. Sudor sobre su tez morena, asfixiante calor, continua andando. Atrás quedan las improvisadas jaulas de las cabras, también el griterío de los niños. Sequedad en sus labios, continua andando. Y por fin, como en un duelo que necesita siempre de un vencedor, se observan los guerreros, la inmensidad del desierto frente al cuerpo insignificante del valiente muchacho.


Soñando un día..., soñó ser pez. Corrió unos metros y se impulsó para deslizarse sobre la suave elevación de la arena, y de este modo poder sentir como la caricia del agua colmaba su rostro. Ligero y flexible, dulcemente mecido por el balanceo lento de las olas, viviendo eternamente entre el cielo y la tierra, en ninguna parte.


- Pero chico, ¿te has vuelto loco?, ¡despierta!
Bachir siente voces cada vez más cercanas que irrumpen de golpe en sus pensamientos. Abre los ojos, turbantes y agitación a su alrededor, y como en un sueño siente su cuerpo hundido en la duna de arena.
- ¿Qué ocurre? - exclama Bachir.
- ¿Qué ocurre?, ¿se puede saber donde ibas?, ¿por qué te has alejado tanto?, ¡te podías haber matado!, pero, ¿es que no te das cuenta? - el hombre no deja tiempo para que Bachir se explique.
- Creí que podía atravesar el desierto.
- Parece mentira, ¡ni que no conocieras esto! - el hombre retrocede unos pasos indignado, una mujer se acerca a Bachir para ofrecerle pequeños sorbos de agua, e interrumpe al hombre cariñosamente:
- Tranquilo papá, es sólo un muchacho y está aturdido por el sol.
Sobre la cabeza de Bachir la mujer coloca delicadamente un paño húmedo, el hombre acerca su jeep que descansa a unos metros, y avanza refunfuñando:
- Agradece a mi hija el que te hayamos visto. Ella ha insistido en que el bulto negro que veíamos a lo lejos era una persona, que si hubiera ido yo solo...
- Mi padre decía que el bulto negro era un neumático viejo.
Bachir sonríe. No resiste el peso de sus párpados. Un viejo neumático rodando..., siente como su cabeza no para de dar vueltas.
El hombre ayuda a Bachir a subir al coche, está anocheciendo, le sitúa en la parte trasera del jeep con unas mantas por asiento y el cielo estrellado por techo.


Soñando un día..., soñó ser estrella. Elevó sus brazos intentando tocar la luna con sus delgados dedos. Sintió como sus extremidades se estiraban infinitas, desintegrado, abarcando con sus manos el firmamento. Etéreo, luz en la oscuridad del mundo. Viviendo eternamente entre el cielo y la tierra, en ninguna parte.


El coche de pronto se detiene, Bachir abre los ojos, la noche ha caído bruscamente como un manto frío. Y como en un sueño siente su cuerpo dolorido, cansado, exhausto.
- ¿Cuál es tu nombre, chico? - pregunta más calmado el hombre que horas antes le ha socorrido.
- Bachir Mohamed Salem.
- Te llevaré a casa, estamos cerca.
Una nube de polvo, la huella de las ruedas sobre la arena. Arranca el coche en dirección a la casa del muchacho. Su familia le espera. La tetera hierve en el infiernillo de butano, sus hermanos pequeños duermen. Bachir entra en la jaima, saluda y se sienta a comer algo.
- ¿Qué tal el día, hijo?
- Bien.
El padre se sirve el último té, posteriormente se apresura a beberlo de un trago.
- Come bien, pareces cansado.
Bachir permanece sentado, sus piernas cruzadas, un trozo de pan y un plato de lentejas a sus pies, tiene mucha sed, es tarde.
Se escucha el sonido de la tela gruesa de la tienda en cada arrebato del viento. Penetra el irifi por las ranuras de la jaima. Resiste cada sacudida.


Soñando un día..., soñó ser aire. Sintió la pesadez de su esqueleto contra el suelo. Piernas, brazos, cabeza, cuerpo entero, una mole pesada tumbada sobre la colorada alfombra. Un golpe brusco de viento y la vida, en un soplo, esparcida en cientos de miles de diminutos pedazos. Contuvo la respiración, para expulsarla lentamente, mezclada con las melodías nocturnas del viento. Fuerte, poderoso, dominante. Indestructible. Siempre libre, activo, moviendo el mundo. Viviendo eternamente entre el cielo y la tierra, en ninguna parte.


La luz de la mañana despierta a todos muy temprano. Bachir abre los ojos, y como en un sueño observa su cuerpo oscurecido por el sol, envejecido, arrugado. Entre sus dientes mastica la arena, el polvo, escupe asqueado.
Olor a hierbabuena, sus hermanos están en el colegio, silencio. La madre prepara la comida, el padre dibuja ensimismado espuma en los vasos, comienza un nuevo día.
Bachir reúne las fuerzas necesarias y por fin expulsa atropelladamente:
- Odio vivir aquí.
La voz suena temblorosa y las palabras como un eco permanecen esparcidas en el aire.
- Lo odias tanto como lo odiaba yo.


Soñando un día..., soñó ser hombre. Se levantó del suelo y caminó rápido avanzando unos metros sobre la dorada arena. El sol cegó sus ojos, el calor brotando de la tierra quemaba sus pies descalzos. Anduvo hasta alejarse lo suficiente del campamento. Miró hacia el norte, sur, este y oeste. El corazón paralizado ante el brusco empujón de realidad, el vacío, la nada. Soledad y abandono. Sintió como se ahogaba en infinitas y espesas arenas, tierra estéril, tierra muerta. Viviendo eternamente entre el cielo y la tierra, en ninguna parte.


Bachir abre los ojos, escucha sonidos de alegres canciones que le despiertan. Y como en un sueño se levanta y camina despacio pero seguro de sus pasos. Avanza por el desierto. Altivo y valiente. Entonces ansía volar como un pájaro, para dejar de agitar sus alas y caer en el mar sereno donde volver a brotar. Ansía ser pez, bucear en las profundidades de los océanos, también ansía ser estrella, aire, ansía la libertad. Despertar por fin de la interminable pesadilla, dejar de sentirse prisionero, dejar de soñar, retornar. Para vivir eternamente entre el cielo y la tierra.


Sukeina Aali-Taleb

martes, 11 de agosto de 2009

YA ESTAN AQUI LAS CAMISETAS.


Calentitas y listas para su venta al precio de 10€ más gastos de envío si fuese necesario. Tenemos dos moldelos de chica en talla M, con asas y con manga normal, y el modelo standard en tallas M, L, y XL.

Cómo se compran:
1. Se ingesan los 10€ más 4 de gastos de envío en la cuenta de Barclays
0065 0028 96 0001 082731. Poniendo en concepto Bubisher y vuestro nombre.
2. Se envía un mail después de hacer el ingreso a lsanchezmen@uoc.edu con nombre y dirección para el envío y muy importante; la talla o tallas.
3. Se disfruta la camiseta pensando que los beneficios de la misma servirán para que los niños y niñas de los campamentos tengan sus libros este próximo curso.
Próximamente informaremos de los puntos de venta directos.
Gracias a tod@s por vuestra colaboración.


lunes, 10 de agosto de 2009

UNA JAIMA EN EL BIERZO.



En un pequeño lugar del Bierzo, de cuyo nombre quiero acordarme, existe una casa de huéspedes regentada por Javier y Seny. Concretamente una casa rural. Se llama Cornatelia, en honor al castillo próximo: El Castillo de Cornatel.

Hasta allí llegamos con intención de conocer Las Médulas, antiguas minas de oro de época romana. Yo fui la encargada de elegir y reservar el alojamiento, me guié por criterios de cercanía, precio y apariencia, en ningún caso se me ocurrió exigir una vinculación con la causa saharaui, (no estoy obsesionada hasta ese punto).
Mi sorpresa fue mayúscula cuando ya deshaciendo el equipaje, mi hija viene a buscarme a grito de ¡mamá lo tuyo no tiene remedio! Me llevó hasta el jardín, donde se erguía hermosa una casita en cuya fachada rezaba: Sahara libre, y sobre el dintel de la puerta de entrada la palabra Biblioteca.
Me quedé allí parada, sin dar crédito a tanta casualidad. Fue entonces cuando se presentó Javier, me invitó a entrar y charlamos sobre las casualidades, su experiencia en el sahara, los niños que acogieron durante muchos años de vacaciones en paz, su inacabado doctorado en Historia Contemporánea, y el arte de Salek Brahim, saharaui que dio forma a los grabados en madera de la biblioteca.
Compartimos solamente un día con Javier y su familia, un día que fue suficiente para sentir toda su calidad humana, su fuerza y su coraje.
Nos marchamos deseando volver para seguir compartiendo y aprendiendo lecciones que a veces te da la vida. En cuanto a la casa, una maravilla, os la recomiendo. Para una y mil noches...
Las Jaimas de Ardelgamar/ Javier Prada Férnandez. Premio ONCE 2002.

domingo, 9 de agosto de 2009

A POR EL MAR, DE LIMAM BOICHA.


(A los niños saharauis)

A lo lejos hay un mar,
Con sus olas y su blanca espuma,
Con sus peces y su fina arena.

A lo lejos hay un mar
Con su suave brisa,
Y azul sonrisa.

(Aunque muchos kilómetros
me separan de su aroma,
aunque minas y alambradas,
no me dejan atravesarlo,
aunque soldados con armas
no me dejan verlo.
Iré al mar).

Vamos todos,
Juntos hacia el mar:
¡ al mar saharaui !

A lo lejos hay un mar,
Con sus olas y su espuma,
Con sus peces y su fina arena.

jueves, 6 de agosto de 2009

LOS NIÑOS DEL LIBRO

Este fin de semana se reúne cerca de Madrid la Generación de la Amistad, los jóvenes poetas en castellano, la mayoría con sus raíces saharauis bañadas por el mar del caribe cubano. De su existencia como poetas, previa a la creación del órgano de la Generación, salió la primera inspiración de muchas cosas, y entre ellas la que nos ocupa: el Bubisher. Porque si ellos habían formado su alma poética en Cuba, no era descabellado pensar que de los niños de los campamentos pudiera surgir una nueva generación que en su día llegue para tomar el relevo: Los Niños del Libro, a semejanza de los antiguos Hombres del Libro que trasladaban su saber de frig en frig en sus baúles cargados de libros y en sus cabezas cargadas de sabiduría. Nunca será igual, claro, pero esta nueva generación de niños con los que soñamos necesitan leer en su segunda lengua para formar su cultura, una cultura del siglo XXI, más mestiza que nunca. 

Por eso pedimos a los poetas (que ya son parte del Bubisher) imaginación para encontrar formas de colaboración. En la distancia, o en la cercanía: desde aquí, o desde allí mismo. Poesías sencillas para ser aprendidas en las escuelas, colaboración con la campaña "A por el mar", ideas frescas para seguir soñando con esos niños que hereden la sed de sabiduría de sus abuelos.
De ese sueño nació el Bubisher, y saber que ya está en marcha, y que tiene tantas manos como corazones, es despertar sin lamentar la vuelta a la realidad.

Ya estamos preparando el curso que viene. Memona y Daryalha, de momento, van a ser las primeras monitoras saharauis del Bubi, acompañando a Larossi, que ya el curso pasado ejerció como monitor-presentador de los voluntarios en las aulas. Mohamidi Fakala, el prestigioso poeta y escritor de la G. de la A., que reside en Smara, colaborará también de una forma que aún está por determinar. Y, de momento, a falta del acuerdo con el Ministerio, el Bubisher trabajará fundamentalmente en Smara.
Y la campaña "A por el mar", cuentos, novelas, poesías, oralidad y plástica en torno al mar perdido, o robado, se pondrá en marcha el primer día de clase, allá en octubre.

Pero seguimos necesitando voluntarios. Hay exceso para el primer trimestre, pero no sobrará ninguno, porque el trabajo que hay que hacer allí es muchísimo. Más de veinte voluntarios para tres meses. ¿Y los demás trimestres? Sin duda, aparecerán (aparecerás tú, tal vez, si compartes nuestros sueños) cuando el primer trimestre se vaya cerrando. Por otra parte, la presencia de Memona y Daryalha ya garantiza que el trabajo no se paralice ni un día. Y no podemos bajar la guardia, porque parte de la esencia bubishera es esa convivencia entre las dos culturas.

¿Creceremos? Sin duda. Porque cubrir Smara no basta, y tratar de llegar a todas las wilayas con un solo Bubisher es hacer de este un mero elemento festivo: el Bubisher ha de significar un incremento real en los niveles de lectura y escritura de los niños de las escuelas, el nacimiento de una nueva generación que vea en el castellano algo más que un instrumento para pasar en España sus vacaciones en paz. Y para ese crecimiento necesitamos muchos colegios que se impliquen desde aquí como ya muchos lo han hecho. Y eso es trabajo diario. Con tu ayuda.

Y un día sabremos que empezamos a llegar a la playa: cuando de este nueva generación de Niños del Libro surja el primer poeta, el primer cuentista, el primer novelista que nos cuente desde dentro lo que significa ser saharaui, ser ciudadano del mundo.