sábado, 27 de febrero de 2010

SÍ, SÍ, SÍ, CRISTINA Y JOAQUÍN...

REENCUENTROS

Soy una persona bastante tranquila, activa pero tranquila, por eso me parecía curioso estar nerviosa los días previos al viaje, yo rara vez estoy nerviosa. Supongo que era por no olvidar nada, tenerlo todo preparado, ajetreos de última hora. Al final se me han olvidado “un montón” de cosas, será que no me creía yo del todo eso de que nos fuéramos ya, después de tanto esperar por culpa de la burocracia (teníamos que haber salido el día 8 de enero).

Ha sido el viaje más largo de todos. Todos los aviones con retrasos, y teniendo en cuenta que cogimos tres, eso suma muchos retrasos. Llegamos a las 5 de la mañana a Tinduf, en lugar de a la 1, que era lo previsto, y sobre la 6, a casa. Laaaaaargo, muuuuuyyyyy laaaargo.

Mientras rellenaba por enésima vez la tarjetita que te entregan al entrar y salir de cada aeropuerto, una voz me susurra por detrás. ¡¡El Rubio!! El pobre llevaba esperándonos en el aeropuerto desde las 10 de la noche. Qué alegría. Y a partir de ahí todo caras conocidas, algunas ya en el aeropuerto. También sensaciones conocidas, y es algo extraño porque todo era normal, las caras y las sensaciones, todo familiar, como volver a casa. Este es el sitio donde más tiempo he vivido durante el último año y medio, así que supongo que hasta sentirse así es normal. Todo normal. La tierra: normal; las cabras: normal; el cielo plagado de estrellas: normal (aunque eso siempre sorprende), el agujero del váter: normal; las alfombras, los olores. Ahora mismo estoy aquí sentada y es como si nunca me hubiera ido. Ayer paseíto por el 27 de Febrero y saludos al personal, reencuentros, los vecinos… Esta mañana hemos ido al 9 de Junio, que ahora se llama Instituto Nacional de Formación Pedagógica 9 de Junio , toma ya, y a pesar de que han hecho edificios nuevos, de que el aula de informática está terminada (ya quisiéramos en muchos coles nuestros esa pedazo de aula de informática que tenemos…), sigue siendo nuestro 9 de Junio. Efusivos saludos y abrazos de Abba, el director, y de los y las profes de árabe: ¿dónde estabais? Pensábamos que ya no veníais, ¿y Antonio?, ¿y Silvia? Explicamos lo de los recortes de presupuesto, las dificultades burocráticas y bla, bla, bla, un té por aquí y otro té por allá. Empezamos a recordar un poquito de hasanía. Hablamos también de trabajo y nos vamos muy contentos, es chocante que nos parezca chocante que todo vaya saliendo bien, pero esto aquí es así.

Por la tarde más reencuentros, uno de los más esperados: el equipo “Bubishero”, madre mía, otra vez efusivos abrazos y otra vez esa sensación de que no ha pasado el tiempo, de que hace dos días estábamos explicando a los voluntarios que iban llegando cómo funcionaba todo, o entrando en la escuela del 27 para rodar el corto de presentación de Irene, o charlando con Memona sobre Palabras de caramelo. Hace nada, lo del préstamo de libros parecía un utopía, pero ahí está Gonzalo, Javi, y tantos de vosotros, para recordarnos de vez en cuando que hay que creer en las utopías.

-¿Te acuerdas de la primera vez que entraste al Bubi cuando llegó al 9 de Junio?- le decía a Daryalha.

-Sí- me contestaba ella entre risas, o más bien carcajadas,- me acuerdo perfectamente que estábamos en clase y Joaquín dijo: “Venga, vamos a subir ya al Bubisher que si no Daryalha no se va a callar y no vamos a poder dar clase”.

Porque no veáis como le daba a la sin hueso la tía… Quién nos iba a decir que un año después iba a estar trabajando con él.

Más té, risas, puesta al día, cotilleos, je, je…. Estoy contentísima de ver como funciona el Bubi, todo, en general, no quiero enrollarme pero es que es como ver nacer un bebé, que “depende de ti” para todo y un buen día, casi de repente, va y echa a correr él solito. Por supuesto, ni ha sido de repente ni ha sido él solito, simplemente intento expresar esa sensación que tengo de que no ha pasado el tiempo.

Me voy a dormir que me explota la cabeza de tantas cosas que tiene dentro.

Cristina Penichet

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