martes, 30 de noviembre de 2010

DE NUEVO HUESCA CON EL BUBISHER



Música, literatura, arte e ilusión fueron los ingredientes del maravilloso cocktail de sonido y letras que tuvo lugar en el Parque Miguel Servet de Huesca. El sonido de quince violonchelos en manos de diez alumnos y cinco profesores deleitaron y entretuvieron a paseantes, curiosos, libreros y despistados que se dejaron caer por los puestos repletos de libros y sueños que se mostraban y vendían en la Feria del Libro. Esta colaboración entre el Conservatorio de Música de Huesca y la Asociación de Libreros se lleva realizando desde hace un tiempo. Este año la actuación de los alumnos de violonchelo tuvo el placer de contar con cuatro violonchelistas profesionales y dos alumnos de Zaragoza y Monzón.
Esto se debió a que simultáneamente se celebraban las I Jornadas de Violonchelo en las que nos reunimos a lo largo del fin de semana, alumnos y profesores de diferentes localidades de Aragón, Tarragona, Soria y Ávila.
En los ensayos del Ensemble de Violonchelos previos a la actuación en la Feria del Libro, la alegría y la ilusión de los alumnos oscenses se transmitió a los demás violonchelistas que no dudaron en colaborar con nosotros de manera entusiasta.


Unos días antes, ultimando detalles de los preparativos de las Jornadas, Alfredo Guerrero (profesor de Monzón) sugirió la idea de donar los cheques que iban a recibir los alumnos a alguna organización humanitaria. En ese momento recordé el Proyecto Bubisher en el que colabora Aurora Gabarre, madre de una de las alumnas, e inmediatamente consideramos que sería un bonito gesto colaborar con el mismo.
Fue fabuloso comprobar como los alumnos rápidamente apoyaron la idea de enviar páginas llenas de color, letras, conocimiento, juego y diversión a los niños del Sahara y compartir con ellos la ilusión de crecer y de soñar con libros.
Pablo Ara Barrabés, Macarena Brau del Toro, Clara Chapullé Martín, Aine Conde Val, Helena Carrión Orduna, Isabel Gómez Pueyo, Alicia Marco Gabarre y Alba Terrer Gabarre son los alumnos de violonchelo que han aportado su granito de arena a vuestra labor.
Queremos dar las gracias con mucho cariño a los violonchelistas Sergi Boadella, Nuria Gañet, Alfredo Guerrero, Laura Lafuente y a los alumnos Juan Raso y Elena Arguedas, que desinteresadamente se unieron con su profesionalidad, su arte, su música y sus violonchelos a esta actividad. Y a Avelina Catalán Ballabriga, de la Federación de Empresarios de Comercio y Servicios de la Provincia de Huesca, por su eficacia y apoyo.

lunes, 29 de noviembre de 2010

UN EURO, SIETE ADOBES: COMIENZA LA CONSTRUCCION DEL NIDO DEL BUBISHER.



Carrera de relevos, Smara, campamento de refugiados saharauis en Argelia.
El primer relevista se llama Hamida, representa la cohesión, la confianza y el asentamiento de una idea.
El segundo relevista se llama Gonzalo, representa la lucha y el ímpetu, la realización de un sueño.
El tercero se llama Roger, representa la colaboración necesaria y la profesionalidad.
El cuarto se llama Clara, representa el cómo, la materialización de una idea.
El quinto se llama Larossi; representa la ayuda, el almíbar con el que se endulza el esfuerzo.
El sexto se llama Daryalha; representa la alegría, el calor necesario para cocinar un sueño.
El séptimo se llama Memona; representa la voluntad, la superación y la fortaleza necesaria para unos buenos cimientos.
El octavo se llama Feli, representa el entusiasmo necesario para llegar a cualquier meta.
El noveno se llama Pilar, Mamen, Ruth, Marta, Félix, Aintzane, Raquel, Sofía, Sergio, Javi, Carlota, Hugo, Javi,.. más de ochenta maneras decir VOLUNTARIO; representan la generosidad y la fe necesaria para creer que, al final sí: QUERER ES PODER.
El décimo se llama Hassana; representa el futuro, el punto de referencia, la energía.
Esta carrera no ha hecho más que comenzar y tú puedes, de mil maneras, empujarnos a la meta.
Un euro= siete adobes, para la biblioteca pública de Smara.
Nº cuenta; LA CAIXA
2100 3897 84 0200088962 


jueves, 25 de noviembre de 2010

LA PRIMERA PIEDRA


Llamar por teléfono a los campamentos y que alguien responda en la otra orilla a la primera es casi un milagro; la mayor parte de las veces, una pequeña odisea durante la cual, quien está intentando la llamada pone en práctica esa capacidad de hablarle al viento: ¿Pero será posible? ¡Vaya, otra vez igual! ¡Ya empezamos!... Y dependiendo de las veces que se repita el proceso de marcar con el resultado de la musiquilla correspondiente, seguida de, en el mejor de los casos, un pipipi que da por finalizado el intento, y en el peor por una operadora que vaya usted a saber en qué idioma habla, porque su voz llega envuelta en una especie de goma de mascar que imposibilita cualquier intento de comprensión, lo más genuino de nuestra lengua, sale como tiro de escopeta por nuestra boca. Vamos, que ni Quevedo.
Pero antes o después, la voz que esperamos oír termina por hacerse realidad, envuelta en ruidos, entrecortada, pero real al fin y al cabo. Y con ella, una riada de noticias que hace que nos olvidemos del maldito aparato que tenemos en la oreja para dar un salto y situarnos al ladito mismo de quien nos habla.
Estamos muy bien, decía hoy Gonzalo. Felices de haber pegado el primer picotazo en el terreno en el que, en muy poquito tiempo, veremos crecer el Nido del Bubisher. Llegará pronto la imagen de ese  momento en el que se ha marcado el inicio de una obra en la que todos, de una forma u otra, habéis puesto buenas dosis de esfuerzo y confianza.
Y mientras tanto, siguen llenándose las Noches del Bubisher de poesía. La última tuvo lugar en la casa de uno de los poetas de la Generación de la Amistad saharaui: Chejdam Mahmud. Y en esta ocasión todo giró en torno a la belleza oculta en las palabras, a la forma en la que estas se enlazan para sacar hacia las zonas de luz su enorme poder de persuasión. Otro poeta, Mohamidi Fakal-la, leyó con una cadencia que hizo estremecer a los asistentes, versos esculpidos en la arena.
El tiempo pasa, y pasa deprisa, parece que fue ayer cuando llegamos y ya Feli y Mamen se preparan para regresar. Atrás quedan días de complicidades y de trabajo, de largas conversaciones, de manifestaciones multitudinarias que llenaron la Hammada de un clamor único…
Pero, pensándolo bien, solo el tiempo queda  atrás, el resto se ha fijado en su piel como una filigrana de henna. Tatuaje permanente de vivencias.

martes, 23 de noviembre de 2010

NUNO MARÇAL; VIVIENDO UN SUEÑO.


El pasado viernes en Santiago de Compostela, tuvo lugar el VI Simposio del Libro y la Lectura, organizado por la Asociación galega de editores.
Estaba convocado un ponente muy especial para los que formamos el equipo del Bubisher. Así que, en representación de todos, cogí mi coche bajo un manto increíble de lluvia, dispuesta a conocer en persona a Nuno Marçal. Con Nuno me une una relación feisbukera intensa y larga; Es la confirmación del gran valor de las redes sociales cuando se saben utilizar.
Nuno es más que un bibliotecario. Es: "El bibliotecario". La persona que todos quisiéramos encontrar detrás de un mostrador.
Llegué por los pelos a la ponencia, con dolor de brazos y piernas de la tensión que me produjo conducir con una visibilidad de menos de diez metros. Pero llegué.
Llegué y al entrar en la sala, Nuno me saludó con la mano, reconociéndome en la persona que llegaba tarde, mal y arrastras. Después de confesarme que los nervios le estaban fastidiando desde hacía un buen rato, e intercambiar un par de besos, comenzó su ponencia en portugués.
Oyendo a Nuno descubres perplejo que hay personas que disfrutan de su cotidianidad, que están donde quieren estar cada minuto del día, porque su trabajo es su sueño. Su receta:
-ASPIRINAS CONTRA LA SOLEDAD Y EL AISLAMIENTO. En forma de proximidad, periodicidad, complicidad, intimidad y amistad.
-TRANSPORTADAS EN UN BIBLIOBUS por toda la zona olvidada de Proença-a-Nova.
Preguntado por si se siente psicólogo, Nuno contesta rotundo que no, que él se siente oyente.
Nos cuenta la historia de un niño de 12 años, al que le gustaba frecuentar la librería cercana a su casa, donde permanecía horas leyendo e imaginando lo que aún le esperaba tras las estanterías cubiertas de libros. Un niño que experimentaba la mayor de las alegrías, cuando el librero le confiaba el cuidado de la librería en sus salidas para el café de la tarde.
Ese niño no podría haber sido otra cosa que bibliotecario.  El mejor de los bibliotecarios.
La ponencia se cierra con una alusión sincera al Bubisher. Nuno explica que si lo que acabamos de oír suena a aventura loca, nada más loco y más aventurero que poner en marcha un bibliobús en el desierto.
Agradecemos su complicidad y su amistad. Tomamos como ejemplo a seguir, sin salirnos ni un ápice de su guía, al Bibliomóvel de Nuno para nuestros próximos bubis. Pero sobre todo tomamos a Nuno como ejemplo de persona y de profesional. Por los siglos de los siglos, amén.





jueves, 18 de noviembre de 2010

UN TRISTE AID EL KEBIR



La fiesta del cordero es para los musulmanes una celebración sobria, honda, profundamente religiosa que les une en la oración en el día décimo del mes lunar del “dul-hiya”. Es la fiesta de la solidaridad y la tolerancia. Por ello, y según la religión islámica, lo que se festeja es el establecimiento de la ley que protege la vida humana y la fusión del ser puro del hombre con sus anhelos de perfección.
Sin embargo, hoy, la finalidad de esta fiesta salta por los aires ante  los duros acontecimientos que está viviendo el pueblo saharaui. El egoísmo, el poder y la ambición, borran los principios sagrados que deberían regir la vida de todos los hombres. Y, desgraciadamente, los corderos que hoy se sacrifican en una parte de la Tierra, tienen nombres propios y con ellos mueren la libertad y la justicia. Pero no la esperanza, ni la solidaridad de quienes, a pesar de todos los pesares, creemos que un mundo mejor es posible.
Las palabras siguen siendo nuestras armas. Y con ellas trabajan hoy en Smara Feli, Pilar y Gonzalo. Compartiendo la tristeza que envuelve este año a la gran fiesta, desgranando cuentos para enjugar lágrimas, reuniéndose en una nueva Noche del Bubisher con jóvenes, poetas, voluntarios de otros programas, maestros, personas anónimas, que buscan, en la fuerza de la poesía, un grito de paz, un apoyo cálido, la imagen de todos los que, desde aquí, les apoyamos. Saber que no están solos. Creer en el futuro.
Es difícil escribir algo que no se evapore, que tenga sentido cuando el dolor es tan grande. Pero hay siempre pequeños detalles que se vuelven inmensos. Hoy mismo, cuando los voluntarios fueron a comprar unas verduras al mercado de Smara, Bakka, la jovencísima saharaui que les atendió, les regaló, no solo los pimientos sino una espléndida sonrisa y la emoción de saberles voluntarios del Bubisher. Porque Bakka, como tantos otros niños y jóvenes, se aferra a los libros, no solo como refugio, también como posibilidad de seguir soñando con  un futuro digno.
La fiesta del cordero recuerda a todos los musulmanes que los derechos humanos no pueden ser violados. Y la ceguera de unos pocos, no puede dejar sin futuro a quienes, como Bakka, sueñan con un mañana en el que compartir el cordero sea, de verdad y en el más amplio sentido de la palabra, una fiesta.
 Gonzalo, Feli, Pilar: Trasmitidles a toda nuestra gente saharaui el apoyo de quienes tanto les queremos. Para vosotros, la suma de todas nuestras manos.


Imagen: Acuarela de Isabel Fiadeiro.
http://www.fiadeiro.com/isabel/Femmes_saharauis_en_exile/index.htm

sábado, 13 de noviembre de 2010

SMARA, LUGAR DE PAZ...





¿Qué hay más? ¿arena en el desierto o estrellas en el cielo?

¡Bubisher, bubisher! gritan los niños del campamento de Smara al ver pasar el camión del Bubisher.

¡Adios gordito! me dicen algunos avezados en el descaro. Y es verdad. Gordito. En el Sáhara no está de moda la gordura masculina. Los niños y niñas me preguntaban con sincera curiosidad ¿qué guardaba dentro de semejante buche? y, en el mercado de la ciudad no encontré camisas de mi talla. Iberia decidió dejar una de mis maletas con algunos libros, la ropa y los regalos en Alicante. Así que me pasé una semana con la misma camisa, lavada, eso sí, aunque no tanto, sin poder comprar una camiseta siquiera. Casi me quedo con una de Beckham pero no. Preferí lavar la mía.

Hoy hace una semana que comenzó mi viaje a Smara. Llegué el sábado en una noche de luna muerta y me hice pequeño al rozar mi mirada con el cielo agujereado. ¡Han venido todas! dijo un día en mi casa mi sobrino. ¡Han venido todas! pensé al ver aquel cielo. En Smara están todas. Allí se muestran como si nada millones y millones de lucecitas que puedes tratar de unir con rayitas o simplemente dejarte asombrar. Mirar para arriba se me hizo gozosamente obligatorio cada una de las siete noches. Silencio y fascinación. No está mal para iniciar el descanso.

Aunque para suerte la de encontrarme con Mª Jose y Marga, dos oscenses que ya llevaban una semana de trabajo con el Bubi y me pusieron al día en un periquete y de dos más uno, salimos tres.

El bubi tiene una historia muy bonita, pero es mejor que la leáis en su web bubisher.com

Los amaneceres en Smara son naranja intenso con una luz muy blanca. Es de día y la wilaya canta. Se oyen los niños en la calle, la llamada al rezo, las voces que saludan y se llaman.

Así uno se despierta abriendo los ojos, el oído y el resto porque enseguida viene el desayuno.

A nivel práctico:

Por la mañana, el bubi se traslada a la puerta de un centro escolar con el que tiene concertada la visita. En mi semana hemos estado en dos escuelas de primaria y una de secundaria. Allí, dependiendo del curso, se realiza una actividad u otra de animación a la lectura y acercamiento a los libros. Se realizan también tareas de formación de usuarios, préstamo y carnets. En las dos mañanas que estuvimos en secundaria hicimos más de sesenta y se prestaron como si fueran churros. 

Contar en un sueño con ruedas lleno de libros es algo emocionante. Los grupos de cada aula, se dispersaban por el suelo. Siempre con ganas y eso es un lujo. Daryhala es la bibliotecaria de las mañanas y es genial ver cómo se ríe cuando escucha los cuentos. El bubi se llena de palabras, de miradas, de tensión, de risas y de algún que otro baile y se queda enseguida pequeño.

La ruta por los centros está programada para todo el curso escolar, con los grupos y las actividades. Otro lujo.

Parada en casa para comer. Bueno, para parar, hacer la comida, comer, recoger, descansar y charlar. 

Por las tardes toma el relevo Memona. Más pequeña que Daryhala pero toda energía. Cada día El bubisher aparca en un barrio cercano a la escuela de la mañana. Se abren las puertas y la chiquillería viene y pinta y lee y recorta y mira y habla y se llama y pega y escribe y dice y señala y borra y coge y ríe... En estas tardes también se cuenta, y se canta y se baila y se deja uno contagiar por ese hervor que se genera. Y también se prestan libros. Muchos.

Después cae la noche, cena cenita cena y charla que te charla. Hubo tres noches especiales que luego cuento. Pero en todas uno se queda relamiendo los rincones bellos del día.

A nivel emocional todo cambia y toma una dimensión mucho más grande.

¿Por dónde empezar? Pues por qué no, por lo que significa el Bubi. Todo un sueño. Un sueño que lleva rodando ya tres años. Un sueño que junta a un montón de gente de aquí y de allá, gente con ganas. Un sueño al que me trae Gonzalo Moure, un soñador con cara de marino calmo.

Así el viaje se hace emocionante desde el principio. Pero luego está el llegar y encontrarte con María José, y Marga, con las que poder compartir lo que no entendemos y lo que nos sorprende. Dos oscenses (de interior) a las que le debo mucho de la comodidad y la tranquilidad de las que he disfrutado. Me han viciado a un juego de cartas llamado continental, que es un poco lioso pero adictivo. Pero sobre todo me han viciado a las conversaciones en grupo con la luz apagada. Las palabras fluyen de otra manera, como hacía tiempo.

Daryalha y toda su familia (su madre, su hermana, su sobrinillo, su hermano, su prima, su primo, su...), familia en la que uno entra, sin más dificultad que la de tropezar con los tensores de su jaima, o dejarte la frente en el marco bajo de la puerta del patio. Ellos son los más cercanos y con quienes se tiene un gustoso contacto diario.

La familia de Daryalha es un regalo. Con ellos he ido de compras, he mirado cómo preparar un cous cous de carne de camello, he disfrutado del té y de su preparación, he visto cómo se levanta una jaima y he preguntado mucho de lo que no comprendía y siempre acabé entendiendo... 

Daryalha es sorprendete y genial. Su mirada se pierde entre las del resto escuchando los cuentos. Y cuando cuenta, su cara dice más que sus palabras. Claro que yo tampoco entiendo el hassania.

El bubisher lo lleva y lo trae Larossi, aunque cuando llegué estaba enfermo, pero enseguida se recuperó y nos condujo de aquí para allá. Larossi es una mano tendida. Por suerte ya no fuma y es todo sonrisa.

Memona es toda energía, ya lo dije. Energía para todo, para hablar, para reír, para moverse, para acoger. Energía de la buena, de la que uno se recarga también. Memona es otro regalo.

Hassania es la lengua que hablan en Smara aunque también se estudia árabe, inglés y español. Bachir, un hombre guapo y amable, venía a tratar de enseñarnos su lengua. Yo disfruté una noche nada más pero resultó la mar de interesante. La lengua va tomando sus ritmos y explicarlos con otra lengua no debe ser fácil. Después mantuvimos una conversación la mar de interesante. Un lujo. Bachir vino también a la noche del Bubi, donde se realiza una tertulia, en este caso sobre la oralidad.

No quisiera dejarme a nadie, Bethu, Hamida, primas de Daryalha y Memona, amigos y amigas de ambas, la muchacha del erizo... Ha sido emocionante recibir tanto abrazo que suman uno así, en tan pocos días. Y ni mucho menos me dejo al apoyo desde españa: Luisa, Gonzalo, Palma y Ricardo ahí estaban. Y los anteriores voluntarios y voluntarias, entre ellas gente querida como las bibliotecarias de Las Rozas...

Luego está el entorno. El campamento está levantado en un lugar hinóspito y bello. Sol, viento, polvo, cabras comiendo papel, corrales hechos de retales, casas de adobe, jaimas y un horizonte redondo que lo abraza todo. Es una vida extrema. ¿Se concibe la idea de unos campos de refugiados para 30 años? Se depende del suministro de agua. En cubas. Y a partir de ahí todo lo demás. 

Lo que resquebraja los adentros es que este lugar no lo ha elegido este pueblo. Su lugar, su casa, su tierra, queda a kilómetros de aquí. Muchos. Y allí viven ahora otras gentes.

A pesar de ello, la belleza no se oculta y se asoma con los naranjas de la tierra o con las miradas negras de los niños. En Smara hay mucha inmensidad.

Una noche, Daryalha y Memona nos llevaron con unos amigos al desierto. Ver atardecer en un mar de arena es algo que no se olvida. En land rover navegó por las dunas hasta llegar a la elegida. Un té, un día que se apaga, el cielo volcado hacia nosotros y un cuento.

Y el silencio. Regreso a casa más grande de lo que me fui, de hecho la camiseta de Kukusumusu que me ha acompañado en este viaje me viene más estrecha. Regreso lleno de calma y me encuentro con la barbarie a la que someten/emos a este pueblo. Unos activamente, otros pasivamente. Treinta y cinco años de vergüenza son más que suficientes. Así que sumarse a alguna iniciativa de protesta para dejar constancia de nuestra repulsa, nunca está de más. Busca en tu ciudad, seguro que hay alguna movilización u acción y muévete por una tierra que queda tan cerca como Canarias y que sus gentes lo merecen.

¿Qué hay más? ¿arena en el desierto o estrellas en el cielo?

En el Sáhara uno aprende a contar, a respirar, a escuchar y a dejarse fascinar.

viernes, 12 de noviembre de 2010

LA PALABRA

Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra. (Blas de Otero) Nos llevamos el espiritu de este poema a Smara, para darles a ellos la voz y la palabra.

Pilar, Feli y Gonzalo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Si las jaimas hablaran


contarían que miles de personas apretaron contra su pecho la palabra dignidad, que juntos redactaron una página clave de la Historia que cada día escriben con su lucha pacífica, con sus pasos firmes, con su dolor y su esperanza.
Si hablara el desierto, diría que se siente orgulloso de haber acogido en su seno a niños, hombres, mujeres y jóvenes que vencieron al miedo para reivindicar ante el mundo derechos fundamentales que les son negados sistemáticamente, que se unieron en una sola voz para ser escuchados por quienes, incomprensible e injustamente, les niegan la palabra.
Si tuviera voz la justicia, gritaría, en los lujosos despachos de quienes mueven sus hilos, que no es justo que un pueblo sea despojado de su libertad.
Rompamos el silencio, hablemos por ellos. Que cada jaima sea un poeta, cada grano de arena del desierto un ser humano libre y la justicia una nueva filosofía que establezca un orden nuevo.
Necesitamos regresar a ese lugar en el que pensar, defender las propias ideas, luchar para que no se entierre ninguna cultura en el olvido, agrandar el horizonte y reivindicar una vida digna, no siga siendo un atropello.
Y no hay más camino que el de seguir pidiendo la paz y la palabra.
Os pedimos desde aquí que dejéis en este blog una palabra, un poema, un párrafo de un libro, una luz… para que su eco llegue allí donde más se necesita.

Tristes guerras si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres si no mueren de amores
Tristes, tristes.
Miguel Hernández

domingo, 7 de noviembre de 2010

Día a día, paso a paso.

Foto: Raquel Melero

Trece. Número borrado por quienes creen en supersticiones e indiferente para los que solo lo perciben como cantidad. Pero cuando se escarba entre sus cinco letras y se encuentra el contendido que encierra, todo cambia. Y el trece se llena de tiempo, de experiencias, de trabajo, de fuerzas que se suman, de eslabones de una cadena que, lejos de atar, enlaza tramos de libertad.
Ayer regresaron Mariajo, Marga y Félix. Y con ellos, son trece los voluntarios que han pasado ya por los campamentos desde que, el pasado septiembre, se inaugurara un nuevo año del Bubisher en Smara.
Trece seres humanos enormes que han tenido a bien trabajar por un ideal, una utopía que poco a poco se transforma en realidad. Y que siguen trabajando después de un regreso que siempre es el mismo: las maletas casi vacías, la vida algo más llena.
Porque alimenta mucho ir a una Escuela de Mujeres y percibir su enorme interés por recibir información y formación en temas de salud, autoestima e identidad. Y crece la alegría cuando se regresa en un Land Rover de las dunas, después de haber merendado tortilla de patata mientras un magnífico cuentacuentos dibuja con sus manos un relato sobre el aire y lo ilustra con su voz y su mirada.
Y burbujea en la garganta una emoción imprecisa mientras fluyen las historias a través del kamishibai, durante el tiempo en el que, en las escuelas, los libros se transforman en los protagonistas de cada mañana, en esas noches de velas y poesía en las que el mundo se da la vuelta y el cielo es el mágico suelo que pisamos.
Se está creando una nueva red que no sabe de pantallas, pero que fluye con fuerza a través de los libros, de la música, de las cartas que van y vienen con cálidos abrazos y deseos de compartir. De los ojos que se miran y de las bocas que se hablan. De los recuerdos que trazan líneas sobre las que escribimos la pequeña-gran historia del Bubisher.
Memona, Daryalha, Larossi, Hamida, Bachir, Kabara… Cada regreso trae vuestros nombres envueltos en cariño y admiración, por vuestra hospitalidad, por vuestro trabajo, por estar siempre abiertos a dar, a recibir, a compartir, a ser la llave que abre cada mañana las puertas del Bubisher para salir en busca de un futuro en el que la cultura no sea una promesa sino una realidad.
Ricardo, Ana, Roge, Clara, Raquel, Susana, Aintzane, Lis, Ruth, Marta, Mariajo, Marga, Félix: A los trece, gracias.

jueves, 4 de noviembre de 2010

FALANDO GALEGO NO BUBISHER



Llovía en Santiago. Llovía como solo en Santiago sabe llover. Empezaba un fin de semana que se alargaba hasta el lunes y en el que sumábamos una hora más. ¿Quién podía pensar que con estos condicionantes, los III Encontros de Bibliotecas Escolares de Galicia iban a concentrar a más de mil doscientas personas en el Palacio de Congresos? Pues ocurrió. Cristina Novoa y Pilar Sampedro, consiguieron lo que en un principio parecía imposible.
Y entre conferencias de mucha calidad y exposiciones de múltiples experiencias en torno a la lectura, hubo un hueco para hablar del Bubisher, para agradecer de nuevo a la comunidad gallega su fuerte vinculación con el bibliobús que nació en el Colegio San Narciso de Marín, que siempre ha contado con la colaboración de niños y profesores, no olvidemos, por poner un ejemplo, la gran labor de As Mariñas Lectoras. Tampoco podemos olvidar que Luisa, nuestra coordinadora de voluntarios, es gallega hasta la médula. Allí estuvieron, y estuvisteis todos.
En la gran pantalla que presidía la sala, Memona, Daryalha y Larossi miraban al público y explicaban su trabajo. El video de Irene Bailo “La huella del Bubisher” abría las puertas del bibliobús y de las escuelas. Y Smara estuvo, durante nueve minutos, al alcance de muchas miradas despiertas y emocionadas.
Porque es emocionante que en este momento en el que la tecnología impone su fuerza y su criterio en los proyectos de lectura, en el que buscamos fórmulas sofisticadas para que nuestros niños lean, para que sus familias se impliquen, para dinamizar las bibliotecas escolares, haya un rincón del mundo, donde viven miles de niños refugiados, en el que leer un cuento se convierta en una fiesta diaria, en el que jugar con las palabras sea el mejor juego del día, en el que la noche genere momentos de lectura bajo las estrellas, de narraciones orales transmitidas de generación en generación,  deseos de llevar libros a la jaima. Un lugar en el que un niño diga desde lo más alto de su sonrisa:” El Bubisher es para jugar, para leer juntos y también para dibujar”.
Gracias Galicia, gracias Cristina y Pilar por permitirnos que el sol de Smara se empapara con la lluvia de Santiago. Y gracias a todos los que estuvisteis en esa fusión de dos mundos que, sin embargo, es uno solo desplegado en las miles de páginas de los  libros que compartimos.